Estuve estos días pasados en Italia. Más concretamente en Milán de feria y en Florencia de turismo. En Milán tienen un tinglado montado en torno a su recinto ferial de mucho rosmillo (que diría mi padre, qepd). Se toman en serio lo de facilitar a los empresarios infraestructuras con las que potenciar las relaciones comerciales, todo accesible, todo claro, todo moderno, todo de todo. La comparación con la feria de Barcelona, que padecí los últimos cuatro años, no se sostiene.
Después me pasé unos días por Florencia, cuna del renacimiento. Otro tinglado cósmico, pero esta vez en torno al turismo. Las oleadas de grupos siguiendo al guía con palito en alto eran continuas: japoneses, norteamericanos, franceses, alemanes, chinos, españoles,... seguiría con todo el globo. Turistas con cansancio extremo (se identifican en las terrazas por tener la cabeza hacia atrás, boca abierta, mirada perdida, pelo desordenado y camisa por fuera), leyendo guías e interpretando planos, constreñidos por el apretón del zapato y atónitos al comprobar el tíquet de 12 euros por capuchino en la Piazza de la Señorigna. Pero vayamos al tema del blog.
De vuelta cogimos avión en Bologna y en el aeropuerto puede sacar la fotografía que encabeza esta entrada. Un tremendo cubo hucha, de metro por metro por metro, que tenía una capa de unos quince centímetros de monedas y billetes. El motivo de la hucha era ayudar a una causa solidaria para una organización italiana y lo llaman El Obolo della Vita. La gente se arremolinaba alrededor del cubo y lo miraba con curiosidad. La mayoría parecían preguntarse cuánto dinero cabría en semejante recipiente.
Me lanzo al cálculo: el recipiente si tuviera un metro por lado tendría 1.000.000 de cm3. Una moneda de 50 céntimos si fuera cuadrada podría medir 1,5 cm por lado y 0,2 cm de alto, por lo tanto 0,75 cm3. De tal manera que cabrían 1.333.333 monedas. En peso si la moneda son 5 gramos, daría 3.333 kgs. Ahí es nada. El Obolo della Vita si se llenase de monedas de 50 céntimos de euros tendría dentro más de 650.000 euros. No creo que los que pusieron allí la hucha pensaran esto, pero como se olviden de ir a retirarla un tiempo y se llene ya pueden ir trayendo una grúa porque sino les va a costar moverla.
Es una práctica habitual de las ong´s activas en captación de fondos colocar recipientes de estos en las zonas de mucho tránsito de pasajeros. El destino final del dinero no es importante para quien deja caer por la ranura unas monedas, lo hace a modo de limosna o dádiva despreocupada. Se basa en la mínima confianza que se necesita para dejar caer unas monedas: ¿Ayudo algo? Pues venga, toma unas monedas.
Antes del euro en Europa obtenían una gran recaudación porque las monedas locales las dejabas cuando dejabas el país, ahora se recoge menos.
Pero lo que motivó mi reflexión, además de cuántas monedas podrían entrar en el inmenso Obolo, fue comprobar como la transparencia de la hucha es una tónica en todas las que he visto. La razón puede estar relacionada con que el famoso refrán de "dinero llama dinero". La transparencia es una práctica que en la vida empresarial se hace obligada, pero en la de las ong´s es imprescindible. Sin ella se quiebra la confianza tan necesaria cuando se habla de recaudar fondos. El primer acto de desprendimiento de monedas tiene que ser transparente y necesitas ver como tu donativo cae en donde tú quisiste ponerlo, de ahí que la hucha bien está que sea transparente.