Estuve estos días pasados en Italia. Más concretamente en Milán de feria y en Florencia de turismo . En Milán tienen un tinglado montado en torno a su recinto ferial de mucho rosmillo (que diría mi padre, qepd). Se toman en serio lo de facilitar a los empresarios infraestructuras con las que potenciar las relaciones comerciales, todo accesible, todo claro, todo moderno, todo de todo. La comparación con la feria de Barcelona, que padecí los últimos cuatro años, no se sostiene. Después me pasé unos días por Florencia, cuna del renacimiento. Otro tinglado cósmico, pero esta vez en torno al turismo. Las oleadas de grupos siguiendo al guía con palito en alto eran continuas: japoneses, norteamericanos, franceses, alemanes, chinos, españoles,... seguiría con todo el globo. Turistas con cansancio extremo (se identifican en las terrazas por tener la cabeza hacia atrás, boca abierta, mirada perdida, pelo desordenado y camisa por fuera), leyendo guías e interpretando planos, constreñido
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