PUMPLY´NUT

A simple vista parece el nombre de un nuevo personaje de Disney y aunque tiene mucho que ver con los niños, con los que Plumpy´Nut interactúa no ven la tele plácidamente en el salón de casa. No tiene tele, padecen una de las pandemias que asolan el planeta: la hambruna.

En las últimas décadas en África se hizo patente la necesidad de desarrollar algún preparado alimenticio que, además de ser efectivo en su tarea nutritiva, eliminara la obligación de internar a las personas con desnutrición extrema, especialmente niños, ya que la falta de infraestructuras hacía prácticamente imposible darles una ayuda humanitaria digna.

En 1999 un pediatra nutricionista francés, André Briend, desayunando con una especie de Nocilla, se le “iluminó la bombilla” y concibió un producto que iba a revolucionar la ayuda alimentaria de emergencia (lo que la OMS categoriza como RUTF: alimentos terapéuticos listos para usar) incorporando innovaciones de uso que le proporcionan características muy valiosas para el fin que tenía: El Pumply´Nut.

Una pasta de agradable sabor a base de crema de cacahuete, azúcar, aceite vegetal, leche en polvo, vitaminas A, B, C, D, E y K, y minerales como el calcio, fósforo, potasio, magnesio, zinc, cobre, hierro, yodo, sodio y el selenio. No necesita agua para su preparación y tiene un tiempo de conservación superior a los dos años. Cada paquete proporciona 500 kilocalorías que son muy bien absorbidas por los cuerpecitos de los niños con malnutrición severa.

La hambruna del cuerno de África no es nueva, ya la padecieron en 1983 y 2003. La primera afectó a 7 millones de personas, con una capacidad de respuesta humanitaria baja, en 2003 el número se elevó a 12 millones y en 2008-2009 afecta a un número similar. Pero ahora cuentan con elementos de apoyo en los programas de organizaciones internacionales de ayuda humanitaria que han creado una extensa red de agentes de salud bien formados que interactúan con la problemática local, mejor preparados y equipados, con RUTF´s mucho más eficaces.

Antes alimentaban a los niños con preparados lácteos que necesitaban agua potable, escasa en la zona y su dosificación solía requerir internamiento, o sea, enormes instalaciones de campaña, donde además las madres de los pequeños hacían guardia hasta su recuperación, por lo que tenían que abandonar al resto de la prole y sus labores diarias. Una especie de espiral perversa, en donde los esfuerzos titánicos de cientos de colaboradores de organizaciones de ayuda humanitaria no podían impedir números de mortalidad infantil escalofriantes.

Hoy los números han mejorado significativamente. Las madres acuden a los centros de control sanitario o de rehabilitación nutricional y cuando los pequeños no necesitan ser internados se llevan una dosis semanal de la pasta de cacahuete y se lo dan a sus pequeños en sus casas dos veces al día, permitiéndoles así poder continuar con los trabajos cotidianos en sus aldeas. A la semana vuelven para seguir con los controles sanitarios y así hasta que en unas 4 semanas, si todo va bien, se restablece la normalidad nutricional en el pequeño.

Fue utilizado por primera vez en 2003 durante la crisis de Darfur, en Sudán, alimentando a 30.000 niños, mejorando significativamente la estadística de éxito en el tratamiento. En 2005 se aplicó el producto en la región de Niger con la más alta tasa de la malnutrición del país y ahora, según UNICEF con la menor, después de su uso generalizado en 150.000 niños menores de cinco años gravemente desnutridos. La OMS ha reconocido la utilidad de este alimento para el socorro, MSF lo utiliza en Niger y Malawi, Unicef en Etiopía.

En este último país, uno de los más poblados de África con 75 millones de habitantes, están sufriendo de nuevo la hambruna en extensas regiones después de unos años de intensa sequía. El Gobierno etíope anunció el pasado 14 de octubre que 6,4 millones de personas en el país necesitan ayuda de emergencia, que sumados a otros 7 millones que ya están recibiendo ayuda gracias al Programa Mundial de Alimentos de la ONU, elevan casi a 14 millones los afectados. La diferencia con las crisis del 84 y del 2003 es que ahora se está respondiendo con mayor eficacia, gracias a los avances en RUTF´s como los explicados.

El Pumply´Nut lo comercializa y produce una empresa francesa Nutriset. No dan a basto con la producción y han desarrollado un sistema de franquicias para su fabricación en zonas cercana a la problemática. En Etiopía Unicef, gracias al patrocino de Amy Robbins, que aportó 300.000 $, construyó una fábrica con un emprendedor local que abastece a todo el país. Situada cerca de la capital, la planta donde producen Plumpy'Nut trabaja 24 horas al día. Un total de 104 trabajadoras locales cobran 55 dólares al mes (20 más que el salario mínimo). Empezaron en 2007 fabricando 100 toneladas al mes. Ahora casi han triplicado su producción. Y para 2010, con la ampliación prevista a pleno rendimiento, esperan estar produciendo 600 toneladas al mes. El 50 % de la producción lo compra Unicef.

De la eficacia del producto se hicieron eco medios como el New York Times, El País (gran artículo de Pablo Guimón sobre el asunto) y la revista Science que propone que se utilice como un preventivo de la malnutrición y no sólo como un remedio.

Que duda cabe que los esfuerzos de todos se han de centrar a medio plazo, en que zonas ricas en recursos naturales como Etiopía, no reproduzcan estas crisis humanitarias, reflejo de los terribles desequilibrios del planeta. Pero hasta lograrlo hay que seguir trabajando en paliar el sufrimiento humano allí donde se presente, de la manera más eficaz posible. Inventos como esta pasta de cacahuete ayudan a lograrlo.

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