¡QUÉ OPORTUNIDAD PERDIDA SEBASTIÁN!

Se recogió en la prensa la baja como socio de Greenpeace de el Ministro de Industria Sebastián.

Las altas y bajas de socios es el pan nuestro de cada día en las ong´s que se apoyan en esta vía de captación para financiar sus proyectos. La que cuenta con más socios en España es Cruz Roja, con más de 1.000.000. Las siguientes en el ranking por número de socios Cáritas, Intermón-Oxfam, Greenpeace y Unicef, todas ellas a mucha distancia de la primera.

En una entrada antigua del blog destaqué una tipología de ong´s en función del origen de sus ingresos.

Las dividía en:

1º Politólogas, aquellas que se nutren de subvenciones de todo tipo, tanto, que sin ellas no podrían subsistir;

2º Empresas Camufladas, aquellas que bajo el disfraz de ong o fundación encubren una mera empresa que lo que busca es el lucro de sus dirigentes o beneficios fiscales;

3º Puristas, las que sólo admiten ingresos de sus socios, como personas físicas, para preservar la independencia de sus actividades y ser lucero de la integridad

En esta última categoría se encuentra por derecho propio Greenpeace. A los que nos apasiona el fundraising, la filosofía de financiación de la ‘pazverde” nos atrae como la máxima expresión de excelencia en la puesta en marcha de una organización denuncia. Les financian sus socios, que son muchos, y a ellos responden, a nadie más.

Esta estructura de ingresos, pese a su “purismo”, acarrea el riesgo de una excesiva dependencia de la misma, algo así como poner todos los huevos en la misma cesta, lo que desde el punto de vista de gestión no es nada aconsejable. Más aún, cuando ya sufrieron los rigores del sistema y conocen sus efectos. En Alemania, en los 90, una acción denuncia desafortunada contra una empresa petrolera por la instalación de una plataforma en el Mar del Norte les puso en contra a la opinión pública, lo que les provocó una bajada masiva de socios que puso en peligro muchas de sus campañas.

El modus operandi de Greenpeace fue lo que atrajo en 1985 al hoy Ministro Sebastián a hacerse socio. Ese año el servicio secreto francés les hundió en el Pacífico el Rainbow Warrior cuando navegaba hacia el atolón de Mururoa a denunciar la política de ensayos nucleares del gobierno Galo. “A esos chicos los debemos de apoyar” pensaría, y los apoyó, como tantos otros miles.

Pues bien, las tornas se giraron 180 grados y es el Ministro de Industria, no Sebastián persona anónima, quien decide darse de baja de Greenpeace y decirlo a los medios, al parecer por sus campañas de ataques injuriosos contra la política energética del gobierno y en especial contra la del Ministerio que le toca dirigir.

Tengo la impresión de que Sebastián se equivocó. No se percató de que pierde la condición de socio de una organización que recoge decenas de miles de sensibilidades que en el fondo lo que quieren es que alguien luche en su nombre por la defensa del medio ambiente. Greenpeace defiende principios que seguro que Sebastián también defiende. El que uno sea Ministro es efímero y en muchas ocasiones tendrá que defender políticas energéticas que van en contra de sus propios principios, pero que son necesarias para el bien común de un país. ¡ Qué talla la de un Ministro que pese a los ataques mediáticos que sufre mantiene su condición de socio de la organización en la que creyó tantos años ! ¡ Qué oportunidad perdida !

Sebastián ha despertado un movimiento que se volverá en su contra a modo de tsunami medioambiental, en un sector poblacional joven de sensibilidad progresista que, como él, en 1985, decidieron apoyar a Greenpeace en contra de las políticas del poder, esté quien esté en él. Creo que no ha obrado de manera inteligente y considerando que darse de baja de una ong es algo normal y cotidiano, que lo haga el Ministro de Industria y de Greenpeace y ante los medios, lo convierte en algo muy llamativo y, lamentándolo mucho, no es bueno para nadie, ni para el Sebastián persona anónima, ni para el Sebastián Ministro, ni para Greenpeace, ni para el tercer sector, ni para la defensa del medio ambiente. En fin... el típico juego del “todos pierden”.

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