Que la naturaleza necesita protección no necesita argumentación. De no existir, la acción del hombre per se hubiese devastado el planeta hace décadas. Contaminar las aguas, hacer el aire irrespirable, extinguir especies animales o asolar espacios naturales son algunas de nuestras "virtudes" como especie depredadora dominante.
Es necesaria una regulación para defenderla y, aunque hay quien la tiene de manera profusa, más allá de lo cotidiano, en países como el
nuestro obligados a prácticas respetuosas, según qué
perspectiva, la destrucción medioambiental sigue siendo una de las amenazas más
poderosa para el planeta en los años venideros.
No vamos a la velocidad necesaria y
nadie parece querer ver lo que se avecina, mucho menos anunciarlo y, lo que es
peor, nadie parece querer oírlo, verlo y, mucho menos, comentarlo, como los tres monos sabios,
Por romper este silencio luchan los guerreros de
la naturaleza. Son una categoría de activistas que centran sus esfuerzos en visibilizar, ante la opinión pública, los atentados que se cometen contra el planeta en nombre del desarrollo, de la suficiencia energética o del avance de
la ciencia. Personas que anteponen todo a la lucha medioambiental y hacen de ella su vida, por encima de otros ideales y proyectos, arriesgándola, en muchas ocasiones, en peligrosas acciones de notoriedad.
Quizá, quienes mejor representan esta figura hoy son los hombres y
mujeres de Greenpeace. Así bautizaron a uno sus barcos convertido en icono “el guerrero
del arco iris” – “ Raimbow Warrior” que adquiriría notoriedad mundial a ser hundirlo en 1985 por los servicios secretos franceses en Nueva Zelanda, donde se
encontraba para denunciar los ensayos nucleares galos en Mururoa.
Tienen en el
mar el Raimbow Warior III, botadura financiada por los millones de socios de la
organización en todo el mundo, que a modo de supporters apoyan las causas que en su nombre enarbolan. Aquí
habría que recordar que Greenpeace es una ong purista, sólo
acepta donaciones de particulares y no de empresas o gobiernos. Ya comentamos en post anteriores que esa estrategia
les hacía independientes de cara al poder, pero un poco más débiles si los
ciudadanos les retiraban el soporte financiero.
No cabe duda que la estrategia de ser el altavoz de la
humanidad, contra los desvaríos medioambientales de multinacionales y gobiernos
es arriesgada, pero a la larga ganadora. Somos muchos los que les animamos a seguir en la
brecha poniendo voz a la salud del planeta, sin importar a quien molesten, ni que sillones remuevan. La organización
ha sabido hacerse oír a través de los medios de comunicación, en ocasiones amordazados
por presiones de aquellos que llenan sus canales de anuncios.
El dinero, en su acepción más abstracta, no entiende de
protección medioambiental. La salud del planeta y su equilibrio no entra en sus ecuaciones invasoras. Aquellas zonas del planeta alejadas de
las fronteras de los países desarrollados están huérfanas de protección y se ven agredidas de todas las formas imaginables, siempre en aras de mayor beneficio económico. La
presencia en barcos, todoterrenos o paracaídas de guerreros de la naturaleza, a modo de templarios del S. XXI son, quizás, nuestra, única esperanza. Nada esperan a cambio de sus heroicidades, sólo cumplir su juramento de defensa del medioambiente y ayudar a
reparar el daño causado frenando el deterioro de lo que es de todos, la tierra.