FILANTROCAPITALISMO - AMANCIO ORTEGA



En octubre del 2009 escribí una entrada sobre los multimillonarios que decidían donar importantes sumas de dinero a causas humanitarias, los llamados filantrocapitalistas.  En España estos días fue noticia de alcance el donativo de 20 millones de euros de la Fundación Amancio Ortega a Cáritas. Es esta una de las organizaciones no lucrativas más implicadas con la ayuda a los más necesitados y toda ayuda la dan por bien recibida, pero es justo destacar que hay otras muchas organizaciones más pequeñas y con tremendas estrecheces que llevan a cabo una misión humanitaria de capital importancia para atender a los más vulnerables y que, entre todas, forman una red que se teje cada día para evitar caídas al vacío.


Si lo que pretendía la fundación Amancio Ortega era fortalecer la estructura de ayuda no estatal a los afectados por la crisis, a los más pobres, quizás dotar de recursos a una red más amplia sería la manera idónea de consolidar un modelo de ayuda al necesitado que en España está dando el "do de pecho".

Muchas de estas pequeñas organizaciones habrán leído la noticia con la desesperanza de no tener fondos para ayudar a los que se acercan a su puerta, de tener que decir a los que llegan que no hay más, que no les alcanza, que lo sienten pero no pueden. Se podrían completar el presupuesto de cerca de un centenar de organizaciones con un potente plan integral de ayuda mucho más efectivo en lo que es más necesario: no abandonar al vulnerable. Sí, da más trabajo, hace falta que se coordinen equipos técnicos para canalizar todo ese caudal de millones, poner en común maneras de trabajar y diferentes proyectos, pero creo que valdría la pena.

Bienvenida sea la ayuda, que incluso podría ser la antesala de otras. Valga esta entrada para reconocer el gesto, pero también para reflexionar sobre fórmulas que permitirían que la eficacia del donativo sea exponencialmente mayor y así permitir ayudar a más personas que lo necesitan.

ENTRADA DEL 2009:

Aparece en el horizonte del Fundraising un nuevo término que viene a acuñar las iniciativas que ligan las grandes fortunas con la filantropía: El filantrocapitalismo.

El fenómeno no es nuevo, desde la Europa del Renacimiento con los Medici y su apoyo al arte, pasando por la Inglaterra de los Tudor y los burgueses que hicieron fortuna con el comercio internacional apoyando hospitales y escuelas. A finales del S. XIX nos encontramos con millonarios filántropos que dedicaron parte de su fortuna a acciones benéficas centradas en la creación de infraestructuras socioculturales. A nivel planetario el más relevante quizás haya sido Rockefeller, que legó a los EE.UU. universidades, museos y hospitales, todos ellos de primera magnitud.

Más cercana en el tiempo es esta nueva filantropía, no tan centrada en "piedras" desde las que articular el bien sino en llevar a cabo ambiciosas acciones globales persiguiendo hitos como eliminar pandemias (VIH/sida o malaria), erradicar el hambre o atacar el problema del calentamiento del planeta.

Los más representativos del filantrocapitalismo actual son Bill Gates y Warren Buffet, que han donado una parte sustancial de sus fortunas para la constitución de sus propias megafundaciones con las que pretenden determinados problemas de la humanidad con un enfoque planetario, 37.000 millones de dólares el primero y 31.000 el segundo.

Su pretensión última es tener éxito en donde los gobiernos y las ong no parecen capaces de llegar. Su visión pasa por poner "su" dinero controlado por "ellos" para hacer el bien a "su" manera y dentro de "sus" parámetros de actuación. 

Soy de la opinión de que esta manera de trabajar cojea. Nadie duda de "su" enorme éxito dentro del campo privado, pero tengo serias dudas de que ese mismo enfoque pueda funcionar en el campo de lo no lucrativo. El dinero en la acción humanitaria es un elemento más, entre otros muchos necesarios. Más importantes me parecen los valores de la acción social humanitaria para llegar a mover el mundo. Sustituirlos con dinero, aunque sea a paladas, se me antoja un riesgo.

Cuidado también con las voces que idolatran estas acciones y al mismo tiempo activan industrias farmacéuticas o químicas, para atacar virus, eliminar residuos o crear semillas resistentes a plagas perennes. El mercado tiene sus propias reglas, generalmente alejadas de los interesas de la humanidad, y es capaz de adoptar todo tipo de disfraces para conseguir sus propósitos, aunque sea utilizando buenas intenciones de milmillonarios

Los partidarios del filantrocapitalismo recelan de las prácticas caritativas de la acción humanitaria tradicional y sólo confían en su capacidad para movilizar un pequeño y muy preparado ejército de ejecutivos que, dotados con los recursos económicos ilimitados, lograrán introducir en el mercado de turno las correcciones que convengan. Tampoco dejan de señalar la incapacidad secular de los estados para resolver los problemas de las zonas más depauperadas del planeta que vemos en los telediarios.

Así las cosas, no es exagerado hablar ya de la floreciente industria de la filantropía y toda su parafernalia de Institutos expertos, consejos asesores, observatorios y publicaciones  que implementan la filosofía de trabajo impuesta por el filantrocapitalismo.  Son los llamados filantócratas. Fuera del mercado, nos dicen, sólo multiplicaremos los escenarios de la injusticia.
Sobre el filantrocapitalismo se recoge un amplio análisis en el libro Filantrocapitalismo, de Matthew Bishop y Michale Green. Os dejo un anticipo digno de leer aquí.

El propio Matthew Bishop, redactor Jefe de The Economist, en una conferencia en el IESE sobre el tema titulada "Doing good and doing well" se refiere al término en cuestión de manera romántica como - la unión del corazón y la cabeza en un nuevo paradigma empresarial que aboga por una nueva división del trabajo y combina los resultados con los propósitos- una manera elegante de no decir nada y decirlo todo.

La foto de cabecera viene al pelo por los temores que pueda despertar que grandes, inmensas cantidades de dinero en mano de unos pocos se dediquen a hacer el bien a su manera. Cuidado con la luna llena.

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